era nochebuena y había estado discutiendo con su primo de diecisiete años sobre la historia de la religión católica. su primo sabía mucho sobre el tema, más de lo que se esperaba él. había sido un día largo y se sentía cansado. estaban en casa de un amigo y el ambiente era tenso, no como otros años en que todos se emborrachan y se la pasan bien. no, esta vez había problemas en el ambiente y todos querían ignorarlos. así que se sumergieron en diferentes platicas para no ver lo que estaba pasando, para evitar comentar algo que fuera inapropiado.
él estaba muy borracho y muy drogado, casi no sentía su cuerpo. batallaba para seguir la conversación, su mente se nublaba y lo unico que quería era dormir. decidió irse, aprovecho cuando todos se fueron a dejar a sus parientes y que su amigo y su primo se fueron a comprar más cerveza. se fue solo a su casa y se acostó, pero no podía dormir. estaba tan cansado, pero era imposible para él dormir en el estado en que estaba. su mente seguía despierta. se tomó una pastilla y luego se puso nervioso. comenzó a pensar en su vida, tenía miedo, las cosas no estaban bien. su corazón se empezó a agitar y a latir más fuerte. por primera vez en su vida tuvo miedo de morir esa noche. la idea de irse a dormir y ya no despertar lo asustó. talvez sea el momento, pensó, y si es así no tendre miedo, que pase lo que tenga que pasar. su corazón siguió latiendo muy fuerta hasta que se quedó dormido.
no pasó nada, no murió. se levantó al otro día como si nada. ya no me asusta morir pensó, es más incluso le agradó la idea. tanto había pensado en suicidarse que nunca le había cruzado por la mente que, talvez, la muerte le podría llegar sola de sorpresa. era mejor que el suicidio, que fuera lo que tenía que ser.
así se siente quien no le importa nada en esta vida, quien no tiene nada por que vivir. después de ese día empezó a recordar las cosas que quería hacer con su vida, las cosas que le gustaban. y se dió cuenta de que no importaba lo que pasára, si él estaba haciendo esas cosas podría seguir viviendo y esos pensamientos sobre la muerte se irían. y así fue, él regreso a su camino, del cual se había desviado ya por demasiado tiempo y aprendió muy bien lo siguiente: no hay cura para el suicidio.
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