Estabamos en una vieja casa de Garcia. Una vieja hacienda. Habia una fiesta. Pero para mi solo estabamos ella y yo. Sus ojos volteaban a verme se encontraban con los mismos. A diferencia de otras mujeres ella no quitaba su mirada, dejaba que viera sus ojos para que me enamorara de ella. Y funcionaba. En unos cuantos segundos ya estaba fantaseando sobre ella, imaginando su voz. Su cara era algo especial. Tenia un rostro pequeño y hermoso, con ojos cafes que inspiraban una calidez indescriptible. Su cabello era café oscuro y lo llevaba amarrado en un chongo y con un fleco corto. Solo con verla me hacia pensar que debía de ser de Bulgaria, Rumania talvez. Pero sabía que no. Debía de ser de monterrey.
Despues de vernos por largo rato tuve el valor de acercarme a hablar con ella. Nos presentamos y ella sonrió inmediatamente. Su sonrisa me lleno de valor y emoción. Era accesible, pero un poco misteriosa, lo que me hacía pensar que en el fondo había algo diferente en ella. No era la clase de mujer que contaba los aspectos de su vida, o historias. Solo me observaba y sonreía. Así que al no tener nada que contar, le dije la única cosa que podía pensar: “Eres muy bella, desde el momento que te vi a los ojos he quedado enamorado de ti.” Ella sonrió levemente y agacho su cara. “ya se que no te conozco, es la primera vez que te veo, pero te aseguro que con solo verte se que hay algo especial en ti. Algo me dice que debo decirtelo.” Ella me vio a los ojos y me contesto: “¿Crees en el amor a primera vista?” Es una pregunto que parece sencilla, pero cuando me lo dijo tuve que tomar algo de tiempo para contestarla. Mire hacía abajo, hacia el suelo, mis zapatos. Pero mi mente estaba viendo hacia otra parte, dentro de mi, a mi alma, mi corazón, el corazón de un ateo, de un nihilista, de un pobre confundido, de un solitario. Entonces lo supe: “No. Hasta este momento nunca lo había creído. Pero ahora estoy en una encrucijada que me puede decir la verdad.” Esta vez ella no sonrio, solo me vio a los ojos y yo supe que era verdad. Me acerque hacía ella cerre los ojos y la bese. En ese momento perdi todo contacto con la realidad, pues para mi esto nunca había sido parte de la realidad. Caí en un sueño profundo y mi mente estuvo en blanco. Cuando abri los ojos mi mano estaba en su rostro y ella viendome a los ojos. “Me crees” le dije. Y ella contesto que si.
Y fue así, como un poema, que todo terminó. Una energía me arrastro por un tunel negro y me separo de ella. Viendo su cara mientras me alejaba. Otro sueño se acababa y me levantaría con el alma desnuda y sensible para hacer cualquier cosa insignificante que tuviera que hacer en el mundo. Casi llore al despertar.
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