Andaba por la colonia chepevera, fui a cambiar un cheque a una notaria porque estaba mal escrito el nombre. Se habia ido la luz en varias cuadras de la zona en la que andaba y los semaforos dejaron de funcionar. El cruce de Simon Bolivar y Fleteros se convirtió en una "Lucha de Titanes". Ví una fila enorme de carros que parecían haberse quedado pegados como rompecabezas sin poder separarze. No me preocupe, le di derecho por Madero hasta Venustiano, calle por la que pude ver a muchas jovencitas salir de sus secundarias en sus uniformes, y una magnifica cabeza de bronze de Venustiano Carranza empotrada en una estructura de concreto. De alguna manera esa cabeza sin cuerpo parecia flotar entre las jovencitas como la santa muerte, en ese momento un ciclista paso por entre los carros y justamente portaba una camisa de la santisima. Algo anda mal me dije.
voltié en Washington, calle que me trajo el recuerdo de cuando mi abuelo me contó de los tiempos en los que anduvó trabajandó en la campaña política del Lic. Raul Rangel Frías, creo que no eran familiares directos, pero algo había por ahí de familia. Me dijo que la calle Washington no se llama asi por el presidente George Washington, sino que se llama Washington por que Monterrey había firmado una hermandad con la ciudad de Washington d.c. en USA. Y que cuando fue la campaña del Lic. rangel frias una de sus propuestas (y que cumplio! jejeje) fue cambiar los nombres de las calles del centro de poner solo el apellido a poner el nombre completo. Así que gracias a él tenemos los nombres como ruperto martinez o albino espinoza (que siempre me ha parecido un muy buen nombre).
Washington es una calle hermosa que pasa a un lado de la barda de los panteones y va y desemboca en un parque y en la colonia chepevera, pasa por debajo del instituto regiomontano, escuela en la que estuve desde preprimaria hasta tercero de primaria. Siempre me encantó ésta escuela, tenía unos patios chingones por los que podías pasar todo el recreo vagando sin tener que ír a las canchas a jugar futbol y regresar todo sudado y tierroso. Recuerdo que mi máxima diversión era andar vagando por aquellos jardines y escondiendome de los hermanos bautistas que también pasaban por ahí esporádicamente. Luego me metía a una pequeña capilla que tenían con la imagen de la virgen de guadalupe y me ponía a rezar. Rezar era de mis actividades favoritas, yo creo que desde ese momento lo sentía como un estado mental alterado porque cuando rezas sientas un estado mental de bienestar. Otra cosa que recuerdo y que me ahora me llama mucho la atención es que yo nunca le he rezado a Jesus en toda mi vida. Le he rezado a Dios y a la virgen, pero a Jesus nunca. A pesar de que toda la educación cristiana se basa en la vida de Jesus, él nunca me ha interesado mucho. Talvez sus enseñanzas si me han marcado, pero cuando yo me pongo a rezar nunca pienso en él. Siempre hablo directamente con Dios, con su padre, porque creo que él es en verdad el que debe escuchar nuestras plegarias. Jesus fue sólo su intermediario, su mensajero, el que vino a darnos el mensaje de su Padre. Por consiguiente es con su Padre con el que debemos de hablar. No se si esto sea solo una mala interpretación que yo he tenido sobre la religión todo este tiempo, pero pues sinceramente así lo he hecho siempre y talvez por eso no me ha funcionado jajajaja.
Al pasar por el regiomontano vi de lado derecho al capilla redonda que esta abajo a donde nos llevaban a misa y a prepararnos para la primera comunión. Ahi me confesé por primera vez. Fue tanta la nostalgia que pensé que talvez debería de hacerlo de nuevo, que talvez era momento de volverme a confesar y pense en lo loco que sería decirle a un sacerdote todas mis demensias... de hecho me pareció muy interesanta conocer la reacción de un sacerdote a cosas como: "Padre, es que soy un drogadicto que sueña con putas y charles manson, y en lo unico que piensa es en drogarse jajajajaja" No se que diría un sacerdote a las cosas que tendría que confesarme, el caso es que andaba drogado y sintiendome mal, tenía ese sentimiento de culpabilidad de estar haciendo algo malo y que había dicho que no volvería a hacer. Pensaba que dentro de mi había demonios que había que expulsar y que posiblemente en la Iglesia podrían practicarme un exorcismo. Lo pense seríamente durante todo lo que duro el rojo del semaforo y luego me convencí de que si la visita con el psiquiatra no me ayudaba regresaría en la noche o al dia siguiente a confesarme. Después al pasar el semaforo ví que la calle por la que iba a voltiar estaba completamente congestionada y que para terminarla de chingar estaba pasando el tren por fleteros y se iba a tardar un chingo en poder cruzar.
Decidí voltiar en U y volví a pasar enfrente de la Iglesia. "Es una señal!" pensé "Debó de confesarme, eso acabará con mis problemas!" Así que estacione el carro y me quede un momento adentro dudando si bajarme o no. Después de un minuto tomé el valor que necesitaba y salí del carro. Camine por el sendero que llevaba hasta la entrada de la iglesia y justo cuando iba llegando a las escaleras de la entrada salió un señor muy pulcro vestido de traje corbata y pantalon de vestir. Cabello corto y bien peinado con el rostro blanco y recien razurado. Llevaba la cabeza agachada y se le veía triste, apenado, acongojado. Su imagen me impactó, al verlo sólo pude pensar que si ese hombre tan pulcro salía tan avergonzado de ese lugar no me imaginaba como iría a salir yo. El tipo tenía toda la cara de sentirse culpable por haberse echo una puñeta, o por haber visto una porno y que no podía cargar con la culpa de semejante estupidez. Si a él lo habían echo sentir mal, no me imagino lo que me harían a mí! Son capaces de correrme a patadas o excomulgarme. Si no es que me mandan a la inquisición o me encierran en un calabozo y me dan de latigazos hasta sacarme el demonio como de seguro le hacían al Marquez de Sade y a todos los libertinos del siglo 18. En seguida me di la vuelta y regrese caminando rápido hasta donde estaba mi carro. Me eche un pase de K sordeado agachado en el asiento y mejor busque otra ruta para regresar a mi casa.
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