llegue a la oficina y no podía trabajar, me sentía mareado, la vista se me movía, todo se movía de un lado a otro. espero que no venga una migraña.
Hay muchas cosas que hacer el día de hoy, trabajo atrasado, mails pendientes de contestar, y yo lo único que quiero es estar en mi casa con victoria. tocar la guitarra con mis audífonos puestos, disfrutar de los tonos graves y la distorsión del overdrive. ver la Ley y el Orden tal vez y no preocuparme de nada. No sentir reproches ni preocupaciones.
Si la vida no tiene sentido, no entiendo porque todos nos preocupamos por hacer tantas cosas, por lograr cosas sin importancia. Deberíamos poder hacer solo lo que queramos, sin importar lo que sea, hacer esa tarea que nos gusta y nos hace sentir útiles. Como los perros del parque que le ladran a las personas que pasan, sin que ellas se preocupen de su ladrido, les ladran porque sienten que tienen que hacerlo, que es su labor avisarte que viene alguien, sin preguntarse si importa o no. Les gusta ladrarle a las personas y ti y a mi nos gusta verlos y reírnos de como lo hacen.
Pasó el tiempo y sólo pude enviar unos e-mails, hacer llamadas por teléfono y vender una fumigación. Los clientes siempre están llenos de dudas y se supone que debes de mentirles y tratar de sacarles el mayor dinero posible... yo nunca puedo hacerlo, no sé otra cosa más que decir la verdad, soy un muy mal mentiroso y eso tal vez me convierta en un mal vendedor, pero no me hace sentir mal, a lo mejor sólo soy una buena persona, una persona normal. El problema es que en este mundo anormal, las personas normales resultamos extrañas.